sábado, 24 de agosto de 2013

JOCELYN POOK






                                               

                                               



jueves, 22 de agosto de 2013

Historias de Hospital



                                               



 Charla con M., uno de los curas que "ejerce" en mi hospital. El único que cuando está de guardia "hace ronda".
  

 - ¿Que por qué me hice cura?.
 En el colegio donde estudié había seminaristas; observé que cuando a mí me tocaba estudiar y permanecer encerrado, ellos andaban paseando al aire libre y rezando (o eso decían) y me dije: ¡ah no, aquí todos tenemos derecho a disfrutar!.

 - Mis mejores añoslos que pasé en las misiones de Paraguay. Me metía en todas. Ahora lo pienso y me asusto de algunas de las cosas que hice...pero es que aquí pensamos demasiado. Entre que te preguntas por qué alguien necesita pedir (¡por algo será...seguro!) y en qué se gastará lo que le des, pues ya se ha muerto. Allí no es así. Con tanta necesidad rodeándote no tienes tiempo de pensar. Actúas y punto. O haces o no haces pero no pierdes el tiempo decidiendo.

- Yo tengo un lema: ¡bazoca, lanzallamas y a la cabeza...por caridad!. 
 En Paraguay 'metía mucha caña' en las homilías. Según veía quien entraba por la puerta, así hacía. Improvisaba sobre la marcha...la palabra de Dios sirve 'pa to'.

- Hace poco me dijeron que parecía un 'cura normal' y yo contesté, ¡no jodas!(risas)...aunque bien es cierto que ya no soy el que era. La vida me pide atender a la familia de nacimiento en sus achaques pero si pudiese...allá que volvía. De todas formas no me puedo quejar. El hospital me da vida. Pero aquí tengo que ser más cuidadoso en lo de zarandear a la gente que, los que entran en la capilla, ya andan muy zarandeados. 

 - Para disfrutar de la vida es necesario estar un poco loco...¡qué digo un poco!, ¡cuánto más loco mejor!.


  (...)


 Un par de buenos ratos como estos son los que hacen que 'todo esto' merezca la pena...que los curas también necesitamos confesarnos.



 RSB




sábado, 17 de agosto de 2013

Me Encanta (3)






         
   

                                         ME ENCANTA cuando escucho esa voz,
                                                a veces dentro
                                                a veces fuera,
                                                que sin juicio ni culpabilidad
                                                y sin motivo alguno,
                                                se tira un pedo
                                                y me hace reír
                                                y me entran ganas de jugar como mi perro
                                                cuando me trae la zapatilla.



                                                                            RSB
                            
                                                        
                                      

                                                                         

viernes, 16 de agosto de 2013

En Casa





                                                                       
     
 
                                                                                                 

                                                      


                                             
    En casa. Pirineos. Fotos de RSB





 "La Magia es la sabiduría, es el empleo consciente de las fuerzas espirituales, para la obtención de fenómenos visibles o tangibles, reales o ilusorios; es el uso bienhechor del poder de la voluntad, del amor y de la imaginación; es la fuerza más poderosa del espíritu humano empleada en el bien.

 (...)


 Aquel que puede curar enfermedades es médico. Ni los emperadores, ni los papas, ni los colegios, ni las escuelas superiores pueden crear médicos. Pueden conferir privilegios y hacer que una persona que no es médico, aparezca como si lo fuera; pueden darle permiso para matar, más no pueden darle el poder de sanar; no pueden hacerle médico verdadero sino ha sido ya ordenado por Dios...Hay un conocimiento que deriva del hombre y otro que deriva de Dios por medio de la Naturaleza (Teofrasto Bombasto de Hohenheim, Paracelso 

-Médico y Alquimista-).



 Paracelso supo ver "la mano de Dios" en toda la Naturaleza; en lo profundo de las montañas, donde los metales esperan su voluntad; en la bóveda celeste, donde se mueven el sol y las estrellas; en las riberas, donde se vierte toda suerte de alimentos y la bebida para el hombre; en los verdes prados y en los bosques, donde crecen miríadas de hierbas y de frutos bienhechores; en las fuentes, que proporcionan sus dotes curativas. Vio, en fin, que la tierra era la gran obra de "Dios" y que era preciosa a sus ojos.
 Paracelso era una inteligencia fuerte y clara. Su vida errante no le despojó jamás de esa bondad que constantemente hizo resplandecer los generosos impulsos de su alma. Sentía como un artista y pensaba como un filósofo; por eso supo hermanar las leyes de la Naturaleza con las del Alma...puente maravilloso que descansaba sobre las traviesas de una nueva humanidad."



                                                    LAS PLANTAS MAGICAS. Botánica Oculta. PARACELSO. Ed Humanitas.







 En mis sueños siempre me muevo entre oscuridades y sombras. No hay color. A veces, si acaso, una leve iluminación tenue y mortecina. Son pocos los sueños (exactamente tres) en los que me he visto rodeada de Luz. Mi ser la busca con avidez. La busca con la confianza de quien se sabe rastreador experimentado. Olisquea...entorna los ojos...siente su vibración. Podrá esconderse, disfrazarse, negarse, olvidarse de sí misma...pero antes o después...es desvelada.


 Cuando La Luz se me ofrece sin esfuerzo alguno, me siento bendecida.




 RSB




 

jueves, 8 de agosto de 2013

Un Arbol dice...



                                                      La Higuera de higos rojos de nuestro jardín. RSB



 "Erase una vez que yo era un niño (aún me sucede a menudo), que vivía en una ciudad ruidosa, y en cuanto podía sacaba la cabeza para respirar y visitaba los bosques cercanos y buscaba los verdaderos olores, el aroma caliente del tomillo y del espliego; la frescura y el silencio que reinan bajo las amables copas de las hayas.
 En aquella época, una terrible y larga sequía se cernía sobre nuestra tierra; desaparecieron fuentes y manantiales que los viejos nunca antes habían visto secos. La tierra desnuda se contraía y agrietaba y un aliento ardiente quemó durante el verano los colores de las hierbas y de las flores. Muchos árboles perdieron sus hojas antes de tiempo sin que supiéramos hasta la primavera siguiente cuáles habían dejado de vivir y cuáles rebrotarían.
 Los periódicos recogían estos sucesos y publicaban negras noticias, restricciones y oscuras previsiones, planes descabellados de los políticos para construir nuevas presas y absorber el agua de los contornos hacia aquella ciudad. La ciudad a la que me avergonzaba pertenecer.
 Por aquellos días había trabado amistad con un haya impresionante: espléndida, inmensa, que vive en el corazón de la ciudad. Iba a visitarla a menudo por las noches y parecía esperarme allí, dentro del infranqueable césped. Comprendí entonces que los árboles en la ciudad son estatuas de piedra, adornos, monumentos a los que ni siquiera los niños deben trepar. ¡Triste destino el de estos intocables!. Siempre al alcance y nadie puede acariciar su piel rugosa o recostarse apoyando la espalda contra la espalda.
 En la quietud de las horas más oscuras, me acercaba a ella y, sentado a sus pies, miraba largamente sus infinitas ramas, entrelazábamos ideas y sentimientos en un juego que nos hacía crecer y encontraba alivio en su regazo.
 Nuestra haya no parecía sufrir la seca. Quizá debido al cuidado de los jardineros, quizá a sus poderosas raices, seguía llena de fuerza y de vida.
 No sé cómo, de pronto, un día en que estaba más conmovido por la desoladora sequía, pedí lluvia a este árbol. Fue un impulso, una emoción intensa y llena de pureza que expresé mentalmente al haya. En este momento mágico, tenía la absoluta certeza, más allá de toda razón o intuición, de que mi súplica era escuchada y aceptada.
 No recuerdo cuándo fue exactamente, si la misma noche o al día siguiente, que la lluvia caía larga y abundante como una cabellera sobre la tierra reseca, y me sorprendió no sentir sorpresa. Después de aquella, otras dos veces he elevado una voz al árbol para pedir lluvia, y por dos veces ha sido escuchada.

 Pero hace mucho que no me atrevo a pedir nada semejante. Quizá carezco de la fuerza de aquellos días, en los que me envolvía la más pura compasión hacia la tierra marchita. Después he pensado mucho sobre esto y he comprendido que si hubiera existido el más mínimo egoísmo, si mi oración no hubiera partido del corazón, ni una sola gota habría sido derramada. Así pues he descubierto un medio de atraer la lluvia que ni siquiera puedo usar cuando yo quiero y menos por orgullo o dinero.

 Sí, es la magia más maravillosa que nunca habría soñado, pues el poder no reside en mí. Los científicos dirían que es preciso repetir un millar de veces el experimento. Los políticos, los ciudadanos y campesinos pedirían agua para satisfacer sus necesidades...
 Así aprendí que sólo las cosas verdaderas, las más bellas, no pueden venderse, ni cambiarse ni regalarse. A veces ni siquiera ser contadas.
 Lo demás son cuentos de mayores."


                                                                                        La Magia de los Arboles. IGNACIO ABELLA





 Donde quiera que paro, Platero, me parece que paro bajo el pino de la Corona. A donde quiera que llego
-ciudad, amor, gloria- me parece que llego a su plenitud verde y derramada bajo el gran cielo azul de nubes blancas. El es faro rotundo y claro en los mares difíciles de mi sueño, como lo es de los marineros de Moguer en las tormentas de la barra; segura cima de mis días difíciles, en lo alto de su cuesta roja y agria, que toman los mendigos, camino de Sanlúcar.
 ¡Qué fuerte me siento siempre que reposo bajo su recuerdo!. Es lo único que no ha dejado, al crecer yo, de ser grande, lo único que ha sido mayor cada vez. Cuando le cortaron aquella rama que el huracán le tronchó, me pareció que me habían arrancado un miembro; y, a veces, cuando cualquier dolor me coge de improviso, me parece que le duele al pino de la Corona.
 La palabra "magno" le cuadra como al mar, como al cielo y como a mi corazón. A su sombra, mirando las nubes, han descansado razas y razas por siglos, como sobre el agua, bajo el cielo y en la nostalgia de mi corazón. Cuando, en el descuido de mis pensamientos, las imágenes arbitrarias se colocan donde quieren, o en estos instantes en los que hay cosas que se ven cual en una visión segunda y a un lado de lo distinto, el pino de la Corona, transfigurado en no sé qué cuadro de eternidad, se me presenta, más rumoroso y más gigante aún, en la duda, llamándome a descansar a su paz, como el término verdadero y eterno de mi viaje por la vida"


  

                                                                                                   Platero y yo. JUAN RAMÓN JIMENEZ
  



  Son más sabios que nosotros, mientras no les escuchemos. Pero cuando aprendemos a escuchar a los árboles, la brevedad, rapidez y apresuramiento infantil de nuestros pensamientos adquiere una alegría sin precedentes. Quien ha aprendido a escuchar a los árboles, ya no desea ser un árbol. No desea ser más que lo que es."


                                                                                                           El viandante. HERMANN HESSE


       
             

                                                                                        

 Llegaba septiembre y todos en casa sabíamos que tocaba ir a por higos.
 El recorrido se hacía largo y caluroso para nuestros infantiles pies pero nuestro corazón bombeaba con alegría. Las cestas de mimbre que colgaban de nuestras manitas se iban llenando poco a poco de moras y pequeños tesoros encontrados en el camino. Por fin, después de transitar por senderos de olivos, vides, zarzas y cantueso, divisábamos a lo lejos el espectáculo. Veinte higueras de más de cien años repletas de higos.

 Cuando le leía a mi hija el cuento de El Gigante Egoísta de Oscar Wilde, no podía evitar recordar la imagen de aquellos años de un montón de niños enganchados a pacientes y rebosantes higueras...y el aroma...que aún hoy...me acompaña.




 RSB




martes, 6 de agosto de 2013

La Abuela Haya






                                                      El viento, las hayas y nuestros aullidos.


                                                                                RSB

                                                         



 "En el reino de la niebla el haya recobra todo su misterio y es, entonces, cuando perdemos fácilmente la orientación y nos sumergimos en el mundo de ensueño que precede a la revelación. La niebla y las hayas se alían para esconder misterios que sólo pueden atisbar, entornados, los ojos puros.

  El haya pertenece al aire, en el que vive y se expande, del que recoge humedad, donde clama lluvias y detiene nieblas...guardiana del equilibrio climático. Por el contrario, su relación con el suelo es de una gran independencia: poco exigente en cuanto al tipo de sustrato, raíces muy superficiales...pide poco a la tierra, pero se entrega completamente a ella generando enormes cantidades de materia orgánica; protegiéndola como una madre de la erosión, regula y administra eficazmente el agua que ella misma se encarga de invertir en el suelo de un modo o de otro.

  El haya es madre y nodriza de nuestra Madre Tierra. Nutre y dosifica las fuentes que a su sombra permanecen claras y frescas. La abuela haya es un manantial de generosidad y abundancia."




                         La Magia de los Arboles. Ignacio Abella. Ed. Integral.





domingo, 4 de agosto de 2013

Amar









                                                         Amar


                                                         Resquebraja.
                                                         Vulnerabiliza.
                                                         Es una herida que no para de sangrar.

                                                         Pero a veces...
                                                         solo hay un muro.                                                       
                                                         Y tratas de encontrar
                                                         la rendija,
                                                         la fisura,
                                                         la duda por la que entrar...
                                                         pero solo encuentras un muro.

                                                         Un muro impenetrable.

                                                     

                                                         (2011)





                                                          RSB






 "Cuentan que, más allá de los Montes de Hielo, más allá de la Ciudad de Cristal, habita la Emperatriz en un deslumbrante palacio, tan grande que sus torres más altas rozan las nubes, y tan delicado que parece creado con gotas de lluvia. Dicen que la Emperatriz es tan bella que nadie puede mirarla a la cara sin perder la razón; dicen también que es inmortal y que lleva miles de años viviendo en su palacio, en el Reino Etéreo, un lugar de maravilla y misterio que aguarda a todos los que son lo bastante osados como para aventurarse hasta él. Allí, en el palacio de la Emperatriz, no existe el sufrimiento, ni se pasa frío, y no es necesario comer, porque nunca se tiene hambre..."



                                                                               La Emperatriz de los Etéreos de LAURA GALLEGO