Lo muerto pesa al principio.
Porque no hay muertes, sólo adiós.
La certeza de que aquello cotidiano, mi acostumbrado quehacer, el "yo" que creo ser, risa compartida, costumbre y hábito de pisar la calle amada, besar los labios tuyos, escuchar de lejos y saber,
no volverán a ocupar el lugar de lo común.
Ahora toca dejar partir.
Y no aferrarse,
dejar partir,
no penarse,
no ser víctima sino deudor agradecido, camino de la transformación.
Lo muerto pesa sólo al principio.
Más tarde se cincela y se levanta esbelto en las verdades hermosas
que fueron comunes,
y entonces lo muerto se desvanece,
y queda,
erguida,
la esencia luminosa y cierta.
SCG
Os beso a los dos y vuelan mis besos a Jaca.