A IKER. Continuó su camino por otros mundos
pocos meses después de este escrito.
Tu cuerpo desmayado en mis brazos. ¡Tan pequeñito y tan fuerte!. No fijas la mirada porque una parte de ti vuela aún sin querer desprenderse de sus alas.
Tu tierra sacudida por temblores que la dejan rota y exhausta mientras tus padres te sostienen en sus brazos, en su mirada, en su corazón dolorido y esperanzado...
Tu cuerpo habitado por la tristeza y la melancolía que campan a sus anchas en una casa semivacía.
RSB