Icaro, hijo de Dédalo, legendario artesano ateniense, y Naucrate, esclava de Minos, rey de Creta.
Según la leyenda, su padre proporcionó a Ariadna el famoso hilo gracias al cual Teseo, después de matar al Minotauro, pudo escapar del laberinto en el que Minos le había confinado. Como venganza, el rey cretense encarceló en ese mismo lugar a Dédalo e Icaro. En una nueva muestra de ingenio, Dédalo fabricó para él y para su hijo, alas similares a las de las aves; este invento, pegado a sus hombros con cera, les permitía escapar de aquello que les tenía atrapados. El ateniense advirtió a su hijo que volara prudentemente, a una distancia media entre el Sol y el mar. Pero, ya en vuelo, el joven se olvidó de las recomendaciones y se acercó demasiado al astro. La cera que unía las alas a sus hombros se fundió e Icaro cayó al mar cerca de la isla de Samos; en dichas aguas, que en adelante se llamarían de Icaria, murió ahogado.
Tratar de encontrar el equilibrio entre la luz y las aguas...buscar ese lugar en el que la manifestación de tu esencia no sea con respecto a nada...pero se encuentre abierta al Todo (no a todo).
RSB