jueves, 22 de agosto de 2013

Historias de Hospital



                                               



 Charla con M., uno de los curas que "ejerce" en mi hospital. El único que cuando está de guardia "hace ronda".
  

 - ¿Que por qué me hice cura?.
 En el colegio donde estudié había seminaristas; observé que cuando a mí me tocaba estudiar y permanecer encerrado, ellos andaban paseando al aire libre y rezando (o eso decían) y me dije: ¡ah no, aquí todos tenemos derecho a disfrutar!.

 - Mis mejores añoslos que pasé en las misiones de Paraguay. Me metía en todas. Ahora lo pienso y me asusto de algunas de las cosas que hice...pero es que aquí pensamos demasiado. Entre que te preguntas por qué alguien necesita pedir (¡por algo será...seguro!) y en qué se gastará lo que le des, pues ya se ha muerto. Allí no es así. Con tanta necesidad rodeándote no tienes tiempo de pensar. Actúas y punto. O haces o no haces pero no pierdes el tiempo decidiendo.

- Yo tengo un lema: ¡bazoca, lanzallamas y a la cabeza...por caridad!. 
 En Paraguay 'metía mucha caña' en las homilías. Según veía quien entraba por la puerta, así hacía. Improvisaba sobre la marcha...la palabra de Dios sirve 'pa to'.

- Hace poco me dijeron que parecía un 'cura normal' y yo contesté, ¡no jodas!(risas)...aunque bien es cierto que ya no soy el que era. La vida me pide atender a la familia de nacimiento en sus achaques pero si pudiese...allá que volvía. De todas formas no me puedo quejar. El hospital me da vida. Pero aquí tengo que ser más cuidadoso en lo de zarandear a la gente que, los que entran en la capilla, ya andan muy zarandeados. 

 - Para disfrutar de la vida es necesario estar un poco loco...¡qué digo un poco!, ¡cuánto más loco mejor!.


  (...)


 Un par de buenos ratos como estos son los que hacen que 'todo esto' merezca la pena...que los curas también necesitamos confesarnos.



 RSB