sábado, 12 de mayo de 2012

Historias de Hospital





Tenía 75 años. Estaba tetrapléjico. Era tan grande que casi no cabía en la cama. No podía hablar pero cuando te dirigías a él te contestaba asintiendo o negando con la cabeza. Una gran escara en la que podías meter el puño cubría toda su zona sacra. Su mujer, sentada junto a él, me contaba su historia. Se quedó así con 60 años. Estábamos en Alicante de vacaciones. Le dio un mareo y cayó al suelo. Llevaba meses con mareos por una hernia cervical. Al caer se golpeó en la cabeza y se dañó la médula. Al principio estaba en casa pero al final decidimos trasladarle a una residencia. Siguió y siguió contándome cosas...que si la residencia estaba muy lejos...que si la culpa la tenia la Consejería de Sanidad...que a ella le costaba caminar y, claro, solo podía ir una vez en semana...¿y sus hijos?, con sus hijos no podía contar porque cada uno tenía "su vida". Estaban muy ocupados y ya tenían suficiente con llevarla y traerla y ocuparse de ella.

 Soy consciente de que las historias siempre me llegan sesgadas. Me faltan datos, personajes, emociones, experiencias...pero aún sabiendo todo ésto nunca puedo dejar de preguntarme: ¿qué pasa por el corazón y la cabeza de las personas que ven como algo normal que un hombre pase quince años de su vida tumbado en una cama siendo zarandeado por gente que aun queriendo hacerlo lo mejor posible estarán tan sobrecargados de trabajo que no tendrán tiempo de sentarse a su lado, acariciarle, leerle, contarle historias...abrirle puertas y ventanas a un alma encerrada en un cuerpo inmóvil?¿Un hombre cuyo único incentivo día tras día será escuchar la televisión que, por supuesto, nunca dejará de estar encendida?¿Un hombre que por la inmovilidad y la falta de actividad irá desarrollando en su cuerpo heridas que incrementarán aún más su sufrimiento?. Me entran ganas de llorar al pensar que podría ser mi padre y no consigo ponerme en la situación de sus hijos. No lo consigo porque aparcaría sin dudar todos mis sueños, todos mis proyectos, adaptaría toda mi vida para cuidar de aquel que me dio el regalo más maravilloso del mundo: LA VIDA.

 Lo único que no me hace pensar que este mundo es una gran mentira o UNA GRAN MIERDA es considerar que quizás sus hijos no recibieron el amor que yo recibí y que ahora me permite no dudar en reconocer lo que es verdaderamente importante de lo que no lo es. Aunque, sinceramente, no es un gran consuelo. También cabe la posibilidad de que yo viva en "una burbuja carente de realidad" o que haya gente que "tenga que pasar por sufrimientos intensos porque es la consecuencia de una lección no aprendida en otras vidas" como alguna vez me han dicho personas que se consideraban "muy espirituales".


 Sea de una forma o de otra el caso es que me alegra ser consciente de

"LA HUMEDAD DE MI CORAZON".



 RSB




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