Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: "No mueras, ¡te amo tanto!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Se le acercaron dos y repitiéronle:
"¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando:"¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: ¡Quédate, hermano!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Entonces, todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vió el cadaver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar...
César Vallejo. España, Aparta de mí este cáliz, 1937
Es una máxima que aplico en mi vida, "juntos, somos más". Una coral donde cada voz tiene su sitio y se necesita su timbre para dar el color completo a la obra. "Juntos, somos más". Desde niña, este poema me emocionó. Recuerdo a la madre Ruiz hablando de aquellos poetas deprisa y corriendo como si la época y los contenidos le asustaran o enfadaran. Nunca llegué a saber cuál de las dos cosas era. Me recuerdo leyendo este poema con quince años y sintiendo que aquello hablaba de mí. Bendita poesía, voz de lo desconocido en uno mismo, que pone nombre a las cosas que uno ni siquiera imaginaba.
SCG
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