domingo, 24 de marzo de 2013

LA LOBA




                                             


 Dicen que hay un lugar del desierto en el que el espíritu de las mujeres y el espíritu de los lobos se reúnen a través del tiempo. Intuí que había descubierto algo cuando en la zona fronteriza de Texas oí un cuento llamado "La Muchacha Loba" acerca de una mujer que era una loba que a su vez era una mujer. Después descubrí el antiguo relato azteca de los gemelos huérfanos que fueron amantados por una loba hasta que pudieron valerse por sí mismos.
                                        

 Hay una vieja que vive en un escondrijo del alma que todos conocen pero muy pocos han visto. Como en los cuentos de hadas de la Europa del este, la vieja espera que los que se han extraviado, los caminantes y los buscadores acudan a verla.
 Es circunspecta, a menudo peluda y siempre gorda, y, por encima de todo, desea evitar cualquier clase de compañía. Cacarea como las gallinas, canta como las aves y por regla general emite más sonidos animales que humanos.
 Podría decir que vive entre las desgastadas laderas de granito del territorio indio de Tarahumara. O que está enterrada en las afueras de Phoenix en las inmediaciones de un pozo. Quizá la podríamos ver viajando al sur hacia Monte Albán en un viejo cacharro con el cristal trasero roto por un disparo. O esperando al borde de la autovía cerca de El Paso, o desplazándose con unos camioneros a Morelia, México, o dirigiéndose al mercado de Oaxaca, cargada con unos haces de leña. Se la conoce con distintos nombres: La Huesera, La Trapera y La Loba.
 La única tarea de La Loba consiste en recoger huesos. Recoge y conserva sobre todo lo que corre peligro de perderse. Su cueva está llena de huesos de todas las criaturas del desierto: venados, serpientes cascabel, cuervos. Pero su especialidad son los lobos.
 Se arrastra, trepa y recorre las montañas y los arroyos en busca de huesos de lobo y, cuando ha juntado un esqueleto entero, cuando el último hueso está en su sitio y tiene ante sus ojos la hermosa escultura blanca de la criatura, se sienta junto al fuego y piensa qué canción va a cantar.
 Cuando ya lo ha decidido, se sitúa al lado de la criatura, levanta los brazos sobre ella y se pone a cantar. Entonces los huesos de las costillas y los huesos de las patas de lobo se cubren de carne y a la criatura le crece el pelo. La Loba canta un poco más y la criatura cobra vida y su fuerte y peluda cola se curva hacia arriba.
 La Loba sigue cantando y la criatura lobuna empieza a respirar.
 La Loba canta con tal intensidad que el suelo del desierto se estremece y, mientras ella canta, el lobo abre los ojos, pega un brinco y escapa corriendo cañón abajo.
 En algún momento de su carrera, debido a la velocidad o a su chapoteo en el agua del arroyo que está cruzando, a un rayo de sol o a un rayo de luna que le ilumina directamente el costado, el lobo se transforma de repente en una mujer que corre libremente hacia el horizonte, riéndose a carcajadas.
 Recuerda que, si te adentras en el desierto y está a punto de ponerse el sol y quizá te has extraviado un poquito y te sientes cansada, estás de suerte, pues bien pudiera ser que le cayeras en gracia a La Loba y ella te enseñara una cosa...una cosa del alma.


 (...) Siempre me ha llamado la atención lo mucho que le gusta a las mujeres cavar la tierra. Plantan bulbos para la primavera. Remueven con sus ennegrecidos dedos la lodosa tierra para trasplantar olorosas tomateras. Creo que cavan en busca de la mujer de dos millones de años de edad. Buscan los dedos de sus pies y sus patas. La quieren para hacerse un regalo a sí mismas, pues con ella se sienten enteras y en paz.
 Sin ella se sienten inquietas. Muchas mujeres con quienes he trabajado a lo largo de los años han empezado su primera sesión con algún comentario del tipo: "Bueno, no es que me encuentre mal, pero tampoco me encuentro bien". Creo que esta situación no es nada misteriosa. Sabemos que se debe a una escasez de lodo. ¿El remedio?. La Loba. Hay que buscar a la mujer de dos millones de años. Es la sepulturera de las cosas muertas y moribundas de la mujeres. Es el camino entre los vivos y los muertos. Canta los himnos de la creación sobre los huesos.
 La vieja, la Mujer Salvaje, es "La voz mitológica" que conoce el pasado y nuestra antigua historia y nos la conserva en los cuentos. A veces la soñamos como una hermosa voz incorpórea. 
 Como la doncella-hechicera, nos muestra lo que significa no estar marchita sino arrugada. Los niños nacen arrugados. Saben en lo más hondo de sus huesos lo que está bien y lo que hay que hacer al respecto. Se trata de algo innato. Si una mujer logra conservar el regalo de ser vieja cuando es joven y de ser joven cuando es vieja, siempre sabrá lo que tiene que esperar. Pero, si lo ha perdido, lo puede recuperar mediante un decidido esfuerzo psíquico.
 La Loba, la vieja del desierto, es una buscadora de huesos. En la simbología arquetípica, los huesos representan la fuerza indestructible. No se prestan a la destrucción. Por su estructura, cuesta quemarlos y resulta casi imposible pulverizarlos. En el mito y en el cuento representan el espíritu del alma indestructible. 
 El alma se puede abollar y doblar. Se la puede herir y dañar. Se pueden dejar en ella las señales de una enfermedad y las señales de las quemaduras del temor. Pero no muere porque está protegida por La Loba en el mundo subterráneo. Es a un tiempo la descubridora y la incubadora de los huesos.
 Los huesos pesan lo bastante como para que se pueda hacer daño con ellos, son lo bastante afilados como para cortar carne y, cuando son viejos y se los pellizca, tintinean como el cristal. Los huesos de los vivos están vivos, son capaces de crear por sí mismos y se renuevan constantemente...los huesos representan el aspecto indestructible del Yo salvaje, la naturaleza instintiva, la criatura entregada a la libertad y lo intacto, aquello que jamás podrá aceptar los rigores y las exigencias de una cultura muerta o excesivamente civilizadora.


                    MUJERES QUE CORREN CON LOBOS. Clarissa Pinkola Estés.







 Hoy mi hija ha soñado por vez primera con "su vieja" (o "una abuela" como dice ella). Esta le ha dicho: recuerda, para salir de este lugar oscuro en el que te encuentras, solo tienes que recordar los momentos buenos de tu vida.

 La Loba protege siempre lo indefenso, lo que aún no es capaz de valerse por si mismo. Permanecerá a tu lado si la respetas y la cuidas. La calle es bidireccional. Así funciona "la manada". Y puedo asegurar que te cuidará con su vida...con su aullido en la lejanía...hasta en la muerte. Doy fe de ello.


 RSB