miércoles, 10 de abril de 2013

El Unicornio









 El Libro de la Generación

 De mente a mente
 en pensamiento sin palabras,
 esto me hizo conocer al Unicornio:

       Su verdadero origen yace en la hondura del Tiempo, en ese Principio sin principio cuando todo 
  era desierto y vacío, oscuridad y niebla. Entonces decidió el Santo Unico apartar la Oscuridad de 
  la Luz. Así se estableció concordia y equilibrio, con la tiniebla expulsada al límite exterior y la
  Morada de la Luz en el mismo centro de todo.
       Pero lo Oscuro, apenas situado y librado a sí mismo, adquirió peso más allá de toda 
  ponderación, se introdujo entre las cosas y las empezó a arrastrar hacia sí conforme a sus inclinaciones.
       El equilibrio empezó a temblar, por lo tanto, y de ese temblor emergió una resonancia, un 
  sonido atemorizador que circuló por el vasto vacío con canto poderoso. El Santo Unico modulaba 
  ese sonido para convertirlo en un acorde de gran dulzura, y le infundía inteligencia para que    
  pudiera convertirse en espíritu de armonía y en conductor en todos los rincones del vacío. Este, el   
  poderoso espíritu llamado Galgallim, giró y giró a través de innúmeras edades, siempre en espiral
  en torno a la luz central. Y aunque algunas cosas continuaban cayendo en lo oscuro, Galgallim 
  guiaba a otras por un sendero menos definido a las riberas de la Luz. De este modo el equilibrio 
  seguía manteniéndose.
       Entonces el Santo Unico quiso contar con un panel donde desplegar su gran arte; entre la 
 ribera de la Luz y las murallas de lo Oscuro dejó colgar a la Tierra en equilibrio. Encendió sus montañas desnudas y en ellas esparció brillantes gemas que aún reflejan esas llamas. Entonces el
Santo Unico habló al espíritu conductor, a Galgallim, diciendo: 

                  "Te he hecho a partir de los ocultos golfos, libre y con forma ilimitada.
                    ¿Aceptarás una forma en la Tierra y así prestar un servicio aún mayor?"

        Y mientras la pregunta aún se formulaba, así era acordado. El primer Unicornio llegó 
  envuelto en una nube, impulsado por un blanco torbellino. Descendió con suavidad desde los 
  cielos a los campos infantiles de la Tierra, aun antes que sus fuegos iniciales se hubieran 
  extinguido. Posee entonces el Unicornio el brillo de la Luz, y puede apartar de sí toda oscuridad,
  toda tiniebla. Se lo llamó Asallam, el primer Unicornio de los nacidos, criatura de conformación 
  temible y para contemplar hermosa, dotado de un cuerno de luz en espiral, señal de Galgallim, el
  guía.
        Golpeó entonces Asallam una roca desnuda, con su cuerno la penetró hasta grande hondura,
  y brotó una fuente de vida borboteante. Los fuegos se extinguían doquiera fluían esas aguas y 
  empezaba la Tierra a fecundarse con multitud de cosas muy fructíferas. Se alzaron grandes
  árboles, florecieron; y bajo su sombra se instalaron las bestias salvajes y domésticas. Todo esto
  era intención del Santo Unico, y el Unicornio, el instrumento de su querer. De este modo se formó
  el Jardín del Unicornio, llamado Shamagim, que quiere decir Lugar donde hay Agua.
        El Santo Unico se dirigió entonces al primogénito, diciendo:

                  "¡Asallam! Tú sólo serás, entre todas mis creaciones, quien recuerde la ocasión 
                   y el modo de su hechura, y vivirás en permanente memoria de la Luz, para ser su  
                  conductor y su guardián. Pero jamás volverás a la Luz hasta la hora final del Fin del
                  Tiempo"




  Diario de Magnalucius

  El Maestro se reunió conmigo junto a las ruinas de la fuente y me pidió que hablara.

 - ¿Qué es el Unicornio?-pregunté-. ¿Por qué desaparece?.
 - La bestia no puede desaparecer-respondió Eugnostos-. Pero abandona nuestro nivel de realidad y se marcha a otro.
 - ¿Y cuál es ese otro nivel?.
 - ¿No has oído hablar de las Cuatro Edades?-me preguntó.
 (Conocía algo, en efecto, por los Diálogos de Platón: la primera había sido la fabulosa Edad de Oro, y después venían las Edades de Plata y de Bronce; ahora estamos en la última, la Edad del Hierro).
 - ¿Y acaso estas cuatro Edades no son semejantes a las cuatro grandes dinastías que enmarcan la decadente historia de la humanidad?.
 - Así es-respondí.
 - Y no obstante no es así-dijo.
 - O por lo menos es más que eso.

  Me guió entonces por el jardín y me hizo sentar en el Banco del Aprendizaje, me cubrió con su propia túnica y me enseñó. Estoy desconcertado. Su enseñanza fue enorme. Empecé a ver todo con una luz nueva.

 - Escucha con atención-me dijo. Cada una de esas Edades aún continúa, porque no miden los años cambiantes del mundo que conocemos, sino otras dimensiones, o niveles, en los cuales el Hombre ha vivido antes de llegar aquí.
 A la primera se la llamó Edad de Oro porque brilla de luz dorada como pensamiento recién nacido en la mente de Dios. Cada Edad siguiente es una elaboración de este tema; hay tres pasos más por los cuales el pensamiento divino ha llegado finalmente a congelarse en la materia inerte y densa de nuestra Edad. Las dimensiones son las cuatro notas de una cuerda poderosa que expande y abarca cuánto fue, es o puede ser.
  El Hombre ha ocupado cada una de ellas y cada vez ha fallado, quebrado su juramento o su promesa; se lo envió entonces a una dimensión más baja, menos refinada. Las anteriores nos son invisibles, pero perduran entretejidas como una urdimbre inextricable.

 - Debes saber-me dijo-, que el Unicornio pertenece a la Edad de Oro, que es su morada habitual. Pero es fiel amigo del Hombre, y a menudo se acerca a nuestro exilio porque posee la capacidad de atravesar el umbral de las edades.
  Cuando se aleja de nosotros no desaparece: sólo atraviesa un pórtico.
  Le pregunté entonces:
 - ¿Y nosotros podemos atravesarlo?.
 - ¡Por cierto!-contestó Eugnostos-. Nadie puede recuperar el paraíso perdido a menos que haga el viaje a través de esas dimensiones. Sí, muchos lo han atravesado. Nunca está lejos, pero las dimensiones no son fáciles de percibir. Las más refinadas están dentro de las más bastas, y cada entrada es un laberinto difícil de descubrir sin la ayuda de un guía adecuado. El Unicornio sirve de guía a algunos.



  Esta criatura carece de morada fija, su mansión propia es el Jardín, y siempre recuerda que es mensajero de una tierra extranjera.
  Pero hay tiempos en que debe esperar, sencillamente, y mantenerse alerta. Por eso en el curso de sus viajes regresa a los lugares llamados "las moradas", donde puede descansar seguro. Morada puede ser tan sólo un nido de aplastado heno oculto en altos pastizales o un lugar tupido en un declive oculto. También puede crearse santuario en el centro de un ensortijado arbusto de rosas silvestres (sus flores favoritas). También los arroyuelos los atraen y la fuente de los ríos. Pero prefiere esas cámaras secretas que la naturaleza crea a veces tras las cascadas.
  Su visión es agudísima, pero no se la puede comparar con la de los halcones y otras bestias de visión precisa, porque el Unicornio ve lo que no ve ninguna criatura. Todos los Unicornios se inmovilizan al alba y contemplan el Sol naciente; quizás sea un modo de orar. El Unicornio puede mirar sin pestañear el Sol del mediodía. Ignoro lo que ve o lo que sucede en ese instante. Sólo sé que su vista no se daña con lo que cegaría a los hombres.
  Sólo el agua en movimiento le sirve para calmar su sed. Se distingue en muchos aspectos de los otros animales, también en su forma de comer. Nunca inclina la testuz para comer de la tierra, sino que se alimenta sólo de las ramas colgantes, de los tallos oscilantes, y muy de vez en vez de la mano de algún mortal que ya conoce bien. Siempre busca las caídas de agua; allí bebe con la cabeza alta.
  
 (...) El Unicornio se solaza con la lengua del Hombre, lo escucha desde lejos. Pero en sus palabras no encuentra nada utilizable para la contemplación; las palabras sólo le parecen ejercicios triviales con que el Hombre ostenta su inteligente plumaje mental.
  Su mente es distinta. De percepción e inteligencia más agudas, carece de poder para hondas abstracciones. Piensa, en cambio, a partir de las cosas naturales, que se revelan totalmente a su visión pura. 

  El Gentil Unicornio también ha conocido el vacío de los ecos, y es por eso un ser salvaje e indomable. Nunca se dejará domar o conducir. No tolera bridas doradas ni aperos de seda.
  ¿Quién puede entonces montar la resplandeciente bestia?. Pues si es servidor del Hombre, no es nuestro sirviente; el peso de un jinete lo ofendería.
  Pero se ha dicho: "Quien domina el viento puede montar el Unicornio" y "El Unicornio sólo tolera a quien calma los mares y serena la tormenta".

  (...) Entre el Unicornio y las doncellas hay un lazo secreto que los hombres no conocen. Pues los hombres se maravillan ante el Unicornio, su vista les llena de reverencia, o temor, y hasta de místico deseo. Pero en las mujeres el Unicornio provoca sólo la simple ternura propia de su índole; por ella el Unicornio siente una atracción semejante a la de las abejas por la fragancia de las flores. 
  Cualquier mujer puede tener acceso a esta amistad: ni años ni estado son límites, y sólo basta la castidad del corazón. Porque la criatura no exige que ella no haya conocido el tacto de los hombres, pero sólo que ningún ansia destemplada de ese tacto le haya cerrado la mirada interior ni volcado en deseo hambriento de los placeres de este mundo. Pues el Unicornio vive en el límite de nuestra dimensión, y quienes se entregan a los goces visibles nunca podrán seguirle; pero sí los de corazón abierto y confiado. 


  Posee una virtud singular: puede ingresar en nuestros sueños y allí hablarnos.



                                                            ¡OH HOMBRE, CONTEMPLA

                                                            al Unicornio con respeto!

                                                            Si le miras a los ojos, cuídate;

                                                            porque conoce la historia toda de
                                                            nuestra Raza, y su memoria intacta
                                                            atraviesa la tiniebla de los años y llega
                                                            a poderosos y vastos dominios hoy
                                                            deshechos por el Tiempo y el Destino.

                                                            La Tierra ha cambiado de

                                                            rostro: hay tierras que se hundieron
                                                            bajo las olas del mar. Los ríos no han
                                                            sido fieles a su curso, ni las montañas
                                                            permanentes en su forma. Si quieres
                                                            conocer lo que hubo antes, busca
                                                            entonces el Cuerno Espiralado.


                                                            El señala el camino,

                                                            custodia el pórtico,
                                                            aguarda hasta el Fin.




                 DE HISTORIA ET VERITATE UNICORNIS. Facsímil y traducción de 

                                           un Manuscrito Original. Ed Urano.

                              




                                                     SELLO DE LA 
                                                               antigua Hermandad, en cuya biblioteca
                                                               se conservó el manuscrito.