viernes, 13 de septiembre de 2013

Hasta el Infinito y Más Allá



                                                
                                             
                                           

 De niños mis padres no nos permitían ver películas por la noche. Siempre había alguna excusa: que si los dos rombos, que si mañana hay que levantarse temprano...Yo más bien creo que querían pasar un rato juntos sin niños alrededor. Pero de cuando en cuando mi madre, cuando ya el sueño estaba casi a punto de vencernos, nos sacudía diciendo: hoy echan una película bonita ¿queréis verla?. Y nosotros nos levantábamos "escopetados" de la cama.

 Y así, sin otra particularidad que reseñar más que el puro disfrute, llegué a la película "Vacaciones en Roma" protagonizada por Audrey Hepburn y Gregory Peck. Yo siempre trataba de anticiparme a los acontecimientos de la trama preguntando ¿y ahora qué va a pasar?¿y cómo termina? y mi padre jugaba conmigo diciéndome frases como: al final...todos mueren. La frase de esa película fue: termina como tiene que terminar. Y en mi cabeza se dibujó claramente el que yo consideraba único final posible: terminan juntos amándose hasta el infinito y más allá. Cuando Gregory Peck se quedó solo en aquella sala de palacio y giró su cabeza con la esperanza de que Audrey apareciese de nuevo por la puerta, todo mi ser esperaba con él con la absoluta certeza de que era así como iba a suceder. Pero de repente, como un jarro de agua helada, aparecieron en pantalla los títulos de crédito. Mi cara de desolación debió ser todo un poema. Mirando a mi padre con estupor y casi gritándole le dije: ¡cómo que acaba como tiene que acabar!¡esto es una mierda!¡así no es!. Y mi padre sin inmutarse me respondió: hija, ya puedes ir espabilando porque la vida "real" es así.

 Años después, tras muchas decepciones, caídas, búsquedas y análisis personal llegué a la conclusión que lo que en el fondo me pasaba era que estaba muy enfadada con mis padres. Con mi madre, por haberme hecho creer algo que parecía no ser cierto; y con mi padre, por tratar de sacarme insistentemente de una realidad en la que me encontraba tan a gusto
 Hoy les estoy...eternamente agradecida. Agradecida por despertar el recuerdo de mi amor incondicional por 
la vida; por mostrarme el camino de la paciencia infinita; por enseñarme a ver y esperar siempre lo mejor del ser humano; por ayudarme a comprender que la distancia y el tiempo...no existen. Agradecida porque fueron inspiración en la creación de ese puente que hoy recorre mi Alma entre el Cielo y la Tierra. Mis padres siempre fueron para mí dos pilares de igual importancia. La verdad que yo venía a expresar tenía que ser capaz de abrazar la de ellos...por igual.



 Cuando tengo un día denso o la tristeza me embarga o me despierto de alguno de mis sueños de oscuridad, solo tengo que ponerme la banda sonora de una película luminosa, sentir el sol y el aire sobre mi piel, la voz o el tacto de un ser amado (vegetal, animal o humano), una ducha de agua caliente, mis manos en la tierra o una comida sabrosa...para vivirme de nuevo desde el amor.


 Amor que ama hasta el infinito y más allá.




 RSB