...cómo se cocina un beso
(por Madame Bechamel)
Para cocinar un beso hace falta una cocina alegre,
que huela a limpio, cantar un poco.
Que tenga los muebles más o menos ordenados
para que así quepan más sorpresas y desorden, y cajones
secretos que contengan tipos distintos de amor, de mil sabores,
además de frascos, especias orientales, pucheros y cucharas.
¡Ah!, y las ventanas abiertas: algo de aire o mirar
un trozo de cielo favorecen la sensación de libertad.
Escuchad las sartenes mientras fríen,
tenedores y cuchillos que se ríen haciendo esgrima en los morteros,
ollas exprés que silban fuerte cuando el beso ya está listo
para ser dado o recibido:
-¡QUE APROVECHE! -gritan a besucones y besuqueados.
-¡SALUD! -brindan copas y vasos.
Los besos deben ser preferiblemente sinceros y de temporada,
que potencien el sabor y la textura del afecto.
Y para que no quede un beso crudo,
Bechamel pide paciencia,
pues todo a fuego lento gana en sabor y aroma.
Se recomienda un sorbete de limón
para digerir los empachos
que provoca lo cursi y rebozado.
Y para engañar al estómago cuando hay hambre
se permite picotear de la memoria los besos que alguna vez fueron
y de la imaginación los besos que serán (o tal vez no).
Besos que fueron y no fueron. ROGER OLMOS Y DAVID ACEITUNO.
Ed Lumen
Ed Lumen