martes, 14 de agosto de 2012

Historias de Hospital



  Se llamaba Ana y tenía un aire a Audrey Hepburn. Pequeña, delgada, muy delgada. Ojos grandes de cervatilla. 35 años. Tuvo una leucemia hace dos.

 Han pasado ocho meses desde el trasplante y parece que toda va bien pero su cara refleja tristeza...

 Yo quería morirme, me dice. Desde que tengo recuerdos me quiero morir...sí, me pasó algo pero eso ya pasó; es el pasado. No, no tengo razones ahora para estar triste...Mi hermano tiene cinco años más que yo y desde que nací tuvo celos de mí. Me llamaba gorda, fea, ¡deberías estar muerta!, me decía. Cuando mi madre no nos veía me pegaba, me insultaba. Cuando cumplí los once comenzó a abusar sexualmente de mí. Pero es el pasado...además...yo consentía. Bueno...lo hacía para que no me pegase y dejase de insultarme. Pero es el pasado...hace muchos años que ya no me hace nada. No tengo razones. Me hago la víctima; es un recurso para que me hagan caso...es lo que me dicen los psicólogos. Además, yo he estudiado cinco años de psicología...aunque no me haya servido de mucho. No odio a nadie, no le quiero mal a nadie pero es que no quiero vivir. No le encuentro sentido a nada...

  Cuando Ana me contaba su historia y me repetía una y otra vez "es el pasado, es el pasado, no tengo razones..." yo quería gritarle ERES UNA VICTIMA, UNA VICTIMA, PERMITETE SENTIR ASI, TU NO ERES CULPABLE, FUERON ELLOS, ELLOS LOS QUE NO TE DEFENDIERON, LOS QUE NO TE PROTEGIERON, LOS QUE TE ROBARON TU INFANCIA, LOS QUE TE ABRIERON UNA HERIDA QUE QUIZAS...NUNCA SANE...pero solo la acariciaba y la miraba y la cogía la cara entre mis manos y la decía "mi niña valiente, mi niña preciosa, mi guerrera luchadora...". Y entonces, recordé esa frase que tantas veces repite Susana y se la dije: "¿sabes una cosa? yo doy suerte. Cuando alguien se encuentra conmigo es porque algo bueno le va a pasar. De verdad, créelo..."Quería decirle tantas cosas, pero solo tenía unos minutos..."busca ayuda en otro lugar, busca en la psicología_____, en las_____". Las frases se me agolpaban en la cabeza mientras yo me repetía, "¡por favor, ayudadme, ayudadme a decirle lo que necesita oír...aunque sea mentira!". Ella me contestaba, pero es que no tengo dinero para pagar nada privado. Y yo seguía: "de verdad, de verdad que doy suerte. Llegará alguien a tu vida que te ayudará y no te pedirá nada a cambio; y un día, quizás dentro de unos años cuando hayas aliviado ese dolor, ese dolor que todavía no eres capaz de verbalizar, podrás ayudar a otros niños que hayan pasado por algo parecido, asumirás tu poder personal y encontrarás sentido a todo porque les mirarás a los ojos y ellos sabrán que tú sabes...ellos sabrán que les quieres como no les quisieron...y les traerás suerte".


RSB



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