viernes, 20 de julio de 2012

Historias de Hospital







 Hombre. Médico. 46años.


 Elegí estudiar medicina por una inquietud investigadora unida al deseo de querer ayudar...para mí ayudar significaba mejorar la calidad de vida de las personas, disminuir su grado de sufrimiento.

 A lo largo de estos veinte años de profesión me he dado cuenta que este deseo no era algo utópico; que puedes conseguirlo si así lo deseas pero es necesario sobrepasar la sistemática del sistema. Luchar (que a la larga te desgasta mucho) o sobrepasarlo y utilizarlo como trampolín. Porque el sistema sólo busca el funcionariado de la vocación. Al sistema no le importa la calidad de vida de las personas, únicamente le importa que el sistema funcione.
 También descubrí que ayudar a la gente era más fácil de lo que yo pensaba en un principio. El ser humano lo que necesita es una cara amable...esto, por sí mismo, nos hace sentirnos mejor. Mucho conocimiento científico sin una sonrisa, sin un gesto de amabilidad...no sirve de nada. Pensaba que mi especialidad, lo que se me daba mejor, era el campo de la investigación científica; pero con el tiempo me dí cuenta que mis habilidades se encontraban en mi capacidad para conectar con la gente.

...lo que yo veía como un problema en mi vida no tenía importancia frente a lo que mucha gente tenía que afrontar en sus vidas. Fui consciente de lo relativo que es todo.

 Todo esto lo fui aprendiendo en el ejercicio de mi profesión pero también hubo una mujer que me ayudó a focalizar mi visión...la madre de mi hija.




 RSB



 pd. ...y la madre de tu hija te da las gracias por iluminar el mundo con tu hermoso corazón.