viernes, 27 de julio de 2012

LAS VOCES DEL DESIERTO (1)



                                                                   Valsaín. Segovia. RSB




 Oí el grito de Gran Rastreador de Piedras cuando ya volaba por los aires. Corrimos todos hasta el borde y miramos hacia abajo. Parecía un guiñapo, y se veía ya un charco oscuro de sangre. Varios miembros de la tribu corrieron cuesta abajo hasta la garganta y lo subieron en un santiamén haciendo uso de un sistema de relevos. Dudo que hubiera tardado menos si hubiera subido flotando. Las manos que lo transportaban parecían la oruga de una línea de montaje.
 Cuando lo depositaron sobre la pulimentada roca de la cima, la herida quedó a la vista. Era una fractura complicada y muy grave entre la rodilla y el tobillo. El hueso sobresalía unos cinco centímetros, como enorme y feo colmillo, a través de la piel de color chocolate con leche. Inmediatamente alguién se quitó una cinta del pelo e hizo un torniquete con ella alrededor del muslo. Hombre Medicina y Mujer que Cura se hallaban a cada lado del herido. Otros miembros de la tribu empezaron a prepararlo todo para acampar allí aquella noche.
 Yo me acerqué poco a poco hasta quedar junto a la figura postrada.
 -¿Puedo mirar?-pregunté.
 Hombre Medicina pasaba las manos por la pierna herida a unos dos centímetros de la piel con un suave movimiento deslizante, primero en paralelo y luego con una de arriba abajo y la otra haciendo el movimiento contrario. Mujer que Cura sonrió y habló a Outa, quien me tradujo su mensaje:
 -Esto es para ti. Nos han dicho que tu talento, entre tu gente, es el de mujer que cura.
 -Bueno, supongo-respondí.
 Nunca me había gustado la idea de que la curación de un enfermo dependa de los médicos o de sus trucos, porque años atrás, cuando tuve que enfrentarme con la polio, había aprendido que la curación tiene una única fuente. Los médicos ayudan al cuerpo eliminando partículas extrañas, inyectando sustancias químicas o devolviendo huesos a su sitio, pero eso no significa que el cuerpo vaya a curarse. De hecho, estoy convencida de que jamás ningún médico en ningun lugar de ningún país y en ninguna época de la historia ha curado a nadie. Cada persona lleva la curación en su interior. Los médicos son como mucho unas personas que han reconocido en sí mismas un talento individual, lo han desarrollado y tienen el privilegio de servir a la comunidad haciendo lo que mejor se les da y más les gusta.




                     Las Voces del Desierto. MARLO MORGAN. Ediciones B.



    Nací con las manos vacías,
    moriré con las manos vacías.
    He visto la vida en su máxima expresión,
    con las manos vacías.


                                                   M. Morgan