martes, 22 de enero de 2013

La Destrucción Creadora





                                                               La Esperanza. GUSTAV KLIMT






                                            MITO TRADICIONAL DEL OFICIO


 En este mundo, la Diosa es vista en la luna, la luz que brilla en la oscuridad, la que trae la lluvia, que mueve las mareas, Doncella de los misterios. Y como la luna crece y mengua, y camina durante tres noches de su ciclo en la oscuridad, también se dice que, en una ocasión, la Diosa pasó tres noches en el Reino de la Muerte.
 Porque, enamorada, Ella buscaba continuamente a su otro Yo y, en una ocasión, en el invierno del año, cuando El había desaparecido de la verde Tierra, Ella lo siguió y finalmente llegó a las puertas tras las cuales los vivos no van.
 El Guardián de la Puerta la desafió y Ella se quitó la ropa y las joyas, porque nada puede llevarse a esa tierra. Por amor, Ella fue atada, como deben serlo todos los que entran ahí, y fue llevada ante El, que era la Muerte misma.
 El la amaba, y se arrodilló a sus pies, colocando ante Ella su espada y su corona, y le dio el beso quíntuple, y le dijo:
 "No vuelvas al mundo de los vivos. Quédate conmigo y ten paz, descanso y consuelo".
 Pero ella le respondió: "¿Por qué haces que todas las cosas que amo y con las que me deleito mueran y se marchiten?".
 "Señora", le dijo El, "es el destino que todo lo que vive muera. Todo pasa; todo desaparece. Yo ofrezco alivio y consuelo a quienes pasan estas puertas, para que puedan volver a ser jóvenes. Pero Tú eres el deseo de mi corazón. No vuelvas ahí; quédate conmigo".
 Y Ella permaneció tres días y tres noches con El, y al final de la tercera noche tomó su corona y ésta se convirtió en un adorno circular que Ella se puso alrededor del cuello, diciendo:
 "He aquí el círculo del renacimiento. A través de Ti todo muere en la vida, pero a través de Mí todo puede volver a nacer. Todo pasa; todo cambia. Incluso la muerte no es eterna. Mío es el misterio de la matriz, que es la caldera del renacimiento. Entra en Mí y conóceme, y estarás libre de todo temor. Porque la vida no es sino un viaje hacia la muerte y la muerte no es más que un tránsito para volver a la vida, y en Mí el círculo está girando eternamente".
 Enamorado, Él entró en Ella, y así renació a la vida. Sin embargo,  El es conocido como el Señor de las Sombras, el que alivia y consuela, el que abre las puertas, el Rey de la Tierra de la Juventud, el que da paz y descanso. Pero Ella es la afable madre de toda vida; de Ella proceden todas la cosas y a Ella regresan. En Ella están los misterios de la muerte y el nacimiento; en Ella está la realización de todo amor".



 La muerte es la raíz de nuestros temores más profundos y la verdadera cara de la Sombra. Es el terror que está detrás de nuestra vulnerabilidad, el horror de la aniquilación que tememos que nuestra ira o nuestro poder provoquen. Como en el mito, lo que nos lleva a arriesgarnos a esa confrontación es el deseo y el anhelo de tener esas partes separadas de nosotros mismos que se encuentran al otro lado del abismo, que por sí solas pueden completarnos y liberarnos al amor. Porque ahí donde no hay valentía no hay amor: El amor exige honestidad, la cual es atemorizadora; de lo contrario, es sólo fingimiento. Exige vulnerabilidad; de lo contrario, está vacío. (...)

 Nos lleva a enfrentarnos con la tristeza, la pérdida y la muerte.

 Para atravesar ese umbral y entrar en el reino interior tenemos que despojarnos de nuestras defensas, fingimientos, máscaras, roles; de nuestras "ropas y joyas", de todo lo que damos por sentado y nos ponemos. La puerta sólo se abre para el cuerpo desnudo de la verdad, atado por las cuerdas: nuestro reconocimiento de la mortalidad.


 La muerte es seductora, porque una vez que hemos atravesado el aterrador umbral, no hay nada más que temer. El miedo y la esperanza desaparecen: todo lo que queda es descanso, reposo, alivio, la bendita nada, el vacío. Pero del mismo modo que para los físicos, el vacío es el "estado madre", así también se convierte la corona de la muerte en el adorno circular del renacimiento, y las cuerdas que nos atan en el vínculo umbilical con la vida. La muerte es subsumida a la vida y nosotros aprendemos el Gran Misterio, no como una doctrina, ni como una filosofía, sino como una experiencia: NO HAY NINGUNA ANIQUILACION.




              LA DANZA EN ESPIRAL. Un Amor Infinito. STARHAWK. Ed Obelisco.